Ashikuelu: Eshu del Inframundo en la Religión Yoruba
Ashikuelu es un orisha de la religión yoruba, camino de Eshu y regente del inframundo. Guía de almas, señor de los Eggun y dueño de los minerales, su figura bicéfala simboliza su dominio sobre el mundo visible e invisible. Portador de un bastón sagrado y reservado solo a los babalawos, Ashikuelu encarna el poder silencioso que equilibra el destino, la muerte y el tránsito espiritual.
¿Quién es Ashikuelu? Origen y Significado
Ashikuelu es un avatar o camino de Eshu, nacido en el signo de Ifá Ojuani Meyi. Este signo está estrechamente vinculado al mundo de los Eggun y al equilibrio entre el bien y el mal, la justicia y la corrupción. En este odú, se revela que Ashikuelu bajó a la tierra como fuerza ordenadora del inframundo y se le entregó el dominio sobre todos los minerales, las montañas y los muertos.
Además de Ojuani Meyi, Ashikuelu aparece mencionado o relacionado en otros signos como Ogunda She (donde entrega una máscara a Oyá) y Osa She (donde se relata su unión con Afokoyeri). Su presencia en estos signos resalta su papel como figura clave en los procesos de justicia espiritual, tránsito de las almas y control del mundo subterráneo.
Mitología de Ashikuelu (Patakies)
La mitología de Ashikuelu está compuesta por relatos profundos que revelan su conexión con los elementos, los espíritus y el equilibrio del universo. Estos patakíes (historias) transmiten enseñanzas espirituales, éticas y cósmicas que explican fenómenos naturales, el rol de los orishas y la relación entre el mundo visible y el invisible.
En las siguientes historias, se revela a Ashikuelu como amante, creador, salvador, guardián y juez espiritual. Cada relato refleja su papel como Eshu del inframundo, señor de los Eggun, mediador entre el Orun y el Ayé, y figura clave en el balance del destino humano y el orden divino.
El amor de Ashikuelu por Afokoyeri y el origen de las estaciones
Una de las leyendas más destacadas narra cómo Ashikuelu se enamora de Afokoyeri, hija de la deidad terrestre Inle Oguere. Ashikuelu, atraído por su belleza y dulzura, intentó conquistarla mediante hechizos, palabras suaves y ofrendas. Pero Afokoyeri, símbolo de la pureza y la vida en la superficie, no cedía fácilmente. El orisha del inframundo tuvo que dejar de lado sus trucos y aprender a amarla sinceramente. Finalmente, logró ganarse su amor de manera genuina y la invitó a acompañarlo al inframundo.
Cuando Afokoyeri descendió con él, la Tierra, al perder a su hija, cayó en tristeza: los árboles dejaron de florecer, los ríos se secaron y los animales se escondieron. Fue un tiempo de estancamiento y luto. Inle Oguere, devastada, pidió la intervención de Olofin. Como solución, el Dios Supremo decretó un pacto: Afokoyeri pasaría medio año con su madre en la superficie y medio año con Ashikuelu en el inframundo. Así nacieron las estaciones: la primavera y el verano cuando ella regresa; el otoño y el invierno cuando vuelve con Ashikuelu.
Esta historia (pataki) no solo habla del amor entre dos mundos opuestos, sino también del balance entre vida y muerte, calor y frío, luz y sombra. Curiosamente, guarda similitudes con el relato de Perséfone en la mitología griega, lo cual ha llevado a muchos a pensar que en la diáspora, esta historia pudo haberse reinterpretado o enriquecido con simbolismos universales sobre fertilidad, pérdida y retorno cíclico.
Ashikuelu y el Gran Diluvio
Otra historia poderosa relata que Ashikuelu salvó al mundo de un gran diluvio. En una época remota, las aguas del cielo y la tierra comenzaron a desbordarse como castigo por los pecados de los hombres. Las montañas se sumergieron, los pueblos desaparecieron y hasta los orishas temían por el destino de la creación. Fue entonces cuando los sabios de Ifá y los orishas mayores convocaron a Ashikuelu.
Él emergió desde el corazón de la tierra con su bastón sagrado, Ashiakuabú, tallado en el interior de las montañas con elementos mágicos y huesos ancestrales. Golpeó la tierra con fuerza, tres veces, y con ese acto sagrado, la superficie se solidificó. Los ríos se calmaron, las nubes se abrieron y la vida pudo volver a echar raíces.
Desde entonces, Ashikuelu no solo es guardián de los muertos, sino también protector del equilibrio geológico del mundo. Esta historia subraya su papel como figura primordial, conectado con los minerales, la montaña y la sabiduría ancestral que impide que el caos se apodere de la creación.
El Justiciero de los Inocentes
En muchas casas de Ifá, se le conoce como «el justiciero silencioso». Un patakí muy citado cuenta que un hombre justo fue falsamente acusado de traición por sus enemigos, quienes temían su ascenso al liderazgo espiritual de su comunidad. Fue arrestado, juzgado y condenado a muerte. Su familia, devastada y sin esperanza, acudió a los pies del oráculo y pidió la ayuda de Ashikuelu.
Aquella noche, los ancianos del pueblo tuvieron un mismo sueño: Ashikuelu, cubierto de sombras y con sus dos cabezas mirando en direcciones opuestas, les hablaba desde la encrucijada entre la vida y la muerte. Les reveló con claridad el rostro del verdadero culpable. Al despertar, los sabios encontraron pistas físicas en casa del traidor: un collar robado, un documento sellado y huellas ocultas.
El hombre fue liberado, y el culpable castigado. Desde ese día, se dice que Ashikuelu responde a los justos en silencio, revelando la verdad en sueños, señales o a través de los Eggun. Por eso, cuando los caminos humanos fallan, muchos lo invocan para que traiga a la luz lo que otros desean ocultar.
Ashikuelu y la memoria del alma
Según la cosmología yoruba, antes de nacer, cada alma escoge su destino (ori) en el Orun (cielo). Pero al descender a Ayé (tierra), debe olvidar su propósito para que su vida tenga sentido y mérito. Se cuenta que Ashikuelu es quien vela por este olvido sagrado. En un patakí, un alma arrogante quiso conservar el recuerdo de su vida anterior para aprovechar su sabiduría acumulada. Ashikuelu se negó. Al intentar burlar su autoridad, el alma nació con graves impedimentos, y solo al reconciliarse con Ashikuelu y aceptar su destino logró redimir su vida. Esta historia enseña la importancia de la humildad y del equilibrio espiritual que Ashikuelu impone como guardián del tránsito entre mundos.
La Máscara de Oyá
Otra historia interesante involucra a Ashikuelu y Oyá, la orisha de los vientos y los cementerios. Según el patakí, Oyá deseaba controlar el portal de los muertos, pero no podía hacerlo sin ocultar su rostro, ya que los Eggun no respetaban a los vivos. Fue entonces cuando Ashikuelu, reconociendo su valor, le otorgó una máscara sagrada forjada en lo profundo del inframundo. Con esta máscara, Oyá pudo dominar la entrada del cementerio y guiar a los espíritus. Por este motivo, Oyá y Ashikuelu son aliados en el control del mundo de los muertos.
Atributos y Simbología
Ashikuelu tiene una serie de símbolos que lo distinguen dentro del panteón yoruba:
- Bicefalía: Se le representa con dos cabezas, simbolizando su capacidad para ver el mundo de los vivos y el de los muertos.
- Bastón de mando (Ashiakuabú): Es su herramienta principal, cargada con elementos mágicos que le confieren poder para abrir caminos, castigar o proteger.
- Minerales: Se le considera dueño de todos los minerales y riquezas del subsuelo.
- Oscuridad: Asociado a la noche y la ausencia del sol, trabaja desde las sombras como señor del mundo subterráneo.
- Justicia: Es el ejecutor de la justicia divina. Se invoca su intervención en casos de injusticia, traición o agresión espiritual.
Ashikuelu es una figura clave en el tránsito entre mundos. Es el psicopompo que guía a las almas hacia el más allá y supervisa que los Eggun no interfieran indebidamente en el mundo de los vivos. También borra la memoria de las almas que bajan del Orun (cielo) para nacer en Ayé (tierra), permitiendo que el ciclo de reencarnación se mantenga puro.
Tabúes y Prohibiciones
Quienes atienden a Ashikuelu deben observar tabúes estrictos debido a la fuerza espiritual que este orisha encarna. Estas reglas no son meramente simbólicas, sino que están profundamente enraizadas en la estructura del culto tradicional y en el respeto hacia los Eggun (espíritus ancestrales) y el mundo de lo invisible.
- Abstinencia sexual: Se requiere una abstinencia sexual de al menos tres días antes de participar en ceremonias de Ashikuelu. Esta norma busca preservar la limpieza energética del sacerdote, ya que se considera que la energía sexual reciente puede perturbar la vibración espiritual de los muertos.
- Prohibición a las mujeres: El culto a Ashikuelu está estrictamente reservado a los babalawos varones. Esta exclusión se relaciona con su conexión al orisha Oro, una deidad masculina de la justicia y los ancestros, cuyo culto también excluye tradicionalmente a las mujeres. Se cree que la energía menstrual, asociada al ciclo vital y al poder creativo femenino, puede interferir con la energía de los Eggun, que es fría y estática. En este contexto, la exclusión no busca desprestigiar a las mujeres, sino evitar desequilibrios espirituales que puedan ser peligrosos para ellas y para el entorno ritual.
- Baños de purificación: Tras trabajar con Ashikuelu, los sacerdotes deben purificarse mediante baños rituales llamados omiero. Estos se preparan con hierbas amargas que limpian la carga de muerte o sombra que pudiera haberse adherido durante la ceremonia.
- Ubicación del fundamento: Ashikuelu no debe permanecer dentro del hogar. Su receptáculo, así como su muñeco bicéfalo o su bastón, deben colocarse fuera de la casa, en el patio o jardín, colgados o en la tierra. Esto obedece a su naturaleza como entidad del inframundo y su relación directa con la energía de los Eggun.
Estas medidas refuerzan el carácter reservado y sagrado del culto, así como el respeto que merece un orisha que actúa como mediador entre la vida y la muerte.
Ashikuelu en la Santería y Otras Tradiciones
En la santería cubana (Regla de Ocha/Ifá), Ashikuelu es reconocido como un camino de Eshu que sólo se entrega a babalawos. No tiene sincretismo con santos católicos y no participa en fiestas populares. Su culto se mantiene en el ámbito reservado de Ifá.
En el candomblé brasileño no se venera con ese nombre. Sin embargo, funciones similares son desempeñadas por entidades como Exu dos Mortos, Omolu y Oyá. El culto de Ashikuelu como tal no está presente en Brasil, aunque practicantes de Ifá en ese país lo reconocen en la actualidad.
En otras tradiciones, como la umbanda y el vudú, aparecen figuras análogas como Barón Samedi o Exu Caveira, pero estas no son equivalentes directos y surgen de otras cosmologías.
Controversias y Diferencias
Origen del mito de Afokoyeri: Algunos estudiosos y practicantes destacan que la historia de Ashikuelu y Afokoyeri guarda un notable paralelismo estructural con el mito grecorromano de Perséfone. Ambos relatos comparten una dinámica simbólica en la que la permanencia de una figura femenina en el inframundo altera el equilibrio de la naturaleza y obliga a establecer un ciclo entre la vida subterránea y la superficie.
Esta semejanza sugiere que, en el contexto de la diáspora africana —especialmente en Cuba— pudo haberse producido una reinterpretación sincrética, adaptando relatos universales sobre fertilidad, pérdida y renovación al sistema de creencias yoruba. Aunque no se puede afirmar que exista una derivación directa, la cercanía temática entre ambos mitos facilita una lectura simbólica compartida: la interdependencia entre el mundo espiritual, el ciclo de la vida y la armonía cósmica.
Presencia limitada en África: En Nigeria, Ashikuelu no suele reconocerse como una entidad independiente. Sus funciones están integradas dentro del amplio espectro de caminos de Eshu-Elegua, lo que refuerza la idea de que su figura, tal como se conoce hoy, ha sido desarrollada o reinterpretada principalmente dentro del marco afrocubano y de Ifá en la diáspora.
Cultos, Consagración y Ceremoniales
El culto a Ashikuelu es exclusivo de los babalawos y requiere un alto nivel de pureza ritual. Se le consagra mediante una ceremonia compleja donde se preparan:
- Muñeco de madera bicéfalo: Representación física del orisha.
- Tinaja o freidora: Vasija de barro donde habita su energía.
- Otás y herramientas de madera: Piedras consagradas y símbolos tallados para acompañar su fundamento.
Ofrendas comunes:
- Chivo negro, gallos y gallinas oscuras
- Palomas negras
- Miel, tabaco, aguardiente, coco, pescados secos y jutía
- Metales y piedras preciosas como representación de los minerales
Los rituales deben realizarse de noche o al atardecer. No se le toca sin motivo, y su presencia en la casa está restringida al patio o jardín.
Rezos y Oriki Tradicionales
Los rezos a Ashikuelu suelen realizarse en lengua yoruba o en formas litúrgicas propias del culto afrocubano. Aunque no se hacen cantos públicos como en otros orishas, los babalawos utilizan salmodias y fórmulas invocatorias en contextos muy específicos. Un ejemplo de ruego tradicional utilizado para pedir justicia o protección es:
«Ashikuelu Alagbede orí igbo, Olú Ayé àti Orun, oní gbogbo okuta àti irin, jọ̀wọ́ gbà mi lọ́wọ́ awọn ọtá, kó gbogbo ohun búburú kúrò lójú mi. Maferefún Ashikuelu, Ẹlẹ́ṣin Ọlọ́run, afini ṣèjọ òdodo!»
(Traducción aproximada: Ashikuelu, herrero de la cabeza del bosque, dueño de la Tierra y del Cielo, poseedor de todas las piedras y metales, por favor líbrame de mis enemigos, quita todo mal de mi camino. Alabado seas, Ashikuelu, mensajero de Dios, ejecutor de la justicia verdadera!)
Este tipo de ruego se acompaña de ofrendas como aguardiente, tabaco, o monedas brillantes. El nombre de Ashikuelu también puede recitarse repetidamente en un estado de recogimiento para establecer contacto espiritual o pedir intervención ante un conflicto. La mayoría de estas oraciones no son compartidas fuera del entorno sacerdotal, manteniéndose como parte del secreto iniciático de Ifá.
Oriki (canto de alabanza)
Los oriki son alabanzas poéticas que honran las cualidades, títulos y hazañas del orisha. A continuación, se presenta un oriki tradicional que puede dedicarse a Ashikuelu:
Ashikuelu, alákòso ara orún, ẹni tó ń bọ́ ẹ̀mí lọ́wọ́ ojú ọdá.
Oní irin, oní okuta, ẹni tó mọ̀ ojú ọ̀run àti ojú ilẹ̀.
Ọmọ Olódùmarè tí ń gbé lórí òkè, tí ń sàfihàn òdodo lórí ayé. Maferefún Ashikuelu!
(Traducción aproximada: Ashikuelu, gobernador del otro mundo, quien salva las almas del juicio oscuro. Dueño del hierro y de las piedras, conocedor del cielo y de la tierra. Hijo de Olodumare que habita en la cima, que manifiesta la justicia en la tierra. ¡Alabado seas, Ashikuelu!)
Estos cantos se recitan en ceremonias íntimas y también pueden ser utilizados como saludo u homenaje durante una ofrenda silenciosa. El tono es solemne, con cadencia firme, y se suele repetir tres veces para reforzar la invocación.